El periodismo cívico es una reacción constructiva frente a la prensa comercial, la política o la de entretenimiento.
Toma como punto de partida una crítica al sistema de selección de las noticias y de los temas. Según esta perspectiva la noticia no debe seleccionarse con criterio comercial, o de interés partidista, o según su capacidad de entretener, sino por su relación con lo público. Entiende la información como un bien público, no como un negocio; representa los intereses de los ciudadanos y los asume.
Por tanto es una información que busca hacer visible lo que hace el poder y cómo lo hace; fiscaliza al poder público y contribuye a la creación de un discurso público al alcance del ciudadano. (Miralles 28-29)
El periodismo cívico va más allá de la idea de promover la participación activa. Además da participación a otras voces y actores, hace conocer lo que otros hacen y corrige la tendencia más común de los medios cuando visualizan su espacio como reflejo de lo oficial y lo ocupan con gobernantes y políticos; y sólo tienen en cuenta a la ciudadanía “mas como víctima y consumidora que como portadora de un potencial discurso público”. (Miralles 45)
Un precursor del periodismo cívico fue el jefe de redacción de un diario en Columbia (Ohio) cuando en 1989 impulsó el proyecto de incluir a los ciudadanos en un debate sobre el futuro de su ciudad. Entonces promovieron conversaciones ciudadanas, entrevistas de gente del común, informes con y desde el punto de vista de la ciudadanía y editoriales de apoyo al proceso que comenzó a llamarse public o civic journalism. (Miralles 108-109)
Hay un periodismo que se alimenta de información ligera porque se ha dado a la tarea de entretener; otro privilegia la economía, lo hay de asuntos deportivos, o científicos, o políticos, o culturales. El periodismo cívico, o público quiere mejorar la calidad de la vida pública y volver los ojos y las prácticas del periodismo en beneficio de lo público. (cf. Miralles 150).
Vía Nuevo Periodismo Iberoamericano.
