¿Qué tan estrechas son nuestras perspectivas si creemos que solo en diciembre podemos experimentar la felicidad, dar regalos, reunirnos con la familia, bailar, tomar vacaciones o charlar con amigos, cuando en realidad disponemos de 365 días o 52 semanas al año para hacerlo?
Foto de Aitor Escauriaza |
Es importante reflexionar sobre la incidencia delictiva durante este mes. Por ejemplo, según El Informador de México, "los delitos relacionados con tarjetas aumentan en diciembre", mientras que Directorios Zulianos reporta que "el secuestro exprés es el delito que más ha crecido durante este mes". Estos son solo dos ejemplos de muchos. Resulta difícil encontrar una correlación entre el supuesto nivel de felicidad durante las festividades y el incremento de actividades delictivas.
Es como un globo grande y hermoso, pero vacío por dentro. Por eso, mi sugerencia es buscar oportunidades para encontrar la felicidad genuina en cualquier momento de nuestras vidas, sin sucumbir a estilos de vida consumistas y espíritus festivos superficiales que nos atrapan en un ciclo vicioso año tras año.
Además, vale la pena reflexionar sobre cómo la presión social y comercial durante la temporada navideña puede distorsionar nuestro sentido de felicidad. Nos bombardean con anuncios que nos dicen que la verdadera alegría solo se encuentra en la última compra o en la fiesta más lujosa. Esta mentalidad puede generar estrés financiero y emocional, dejándonos con una sensación de insatisfacción incluso en medio de la aparente abundancia de la temporada.
Es fundamental recordar que la felicidad auténtica no está ligada a posesiones materiales ni a eventos efímeros, sino a conexiones significativas, gratitud y bienestar interior. En lugar de buscar la felicidad en cosas externas, podemos cultivarla mediante prácticas como la atención plena, la generosidad y el cuidado de nuestras relaciones interpersonales. De esta manera, podemos liberarnos del ciclo de expectativas poco realistas y encontrar la verdadera plenitud en cada día del año.
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