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24 jul 2025

La rasuradora perdida de Berlín: ¿humor urbano, sátira o publicidad?

Fotografía de Eva San, Berlín, julio 2025

En una calle cualquiera de Berlín, Eva San se topó con algo inesperado: un anuncio de “objeto perdido” pegado a un poste metálico, aún perlado por gotas de lluvia. Hasta aquí, nada fuera de lo común. Pero lo que llamó su atención —y la mía— fue el objeto perdido en cuestión: una rasuradora sin cabezal de repuesto. Sí, una simple rasuradora. Pero el cartel la presentaba con la solemnidad de una joya familiar. 

El texto, traducido del alemán, dice: 

"El 19 de julio de 2025 perdí mi rasuradora personal sin plástico en el Volkspark Wilmersdorf. Se trata de un modelo de la marca Razeco. Tiene un gran valor personal para mí, ya que la uso a diario y no me salen granos por el afeitado. Recompensa: 1.000 euros."  

Sí, leíste bien: mil euros de recompensa por una rasuradora. Y un QR al pie del cartel, como si el misterio necesitara más capas. 

¿Estamos ante una sátira berlinesa? 

Berlín es una ciudad donde el arte y el absurdo conviven sin pedir permiso. Este cartel bien podría ser un ejercicio de humor callejero o una crítica velada a la cultura del consumo, la publicidad emocional o incluso la masculinidad contemporánea. ¿Qué dice de nosotros el hecho de que alguien declare tanto apego a una simple herramienta de higiene personal? 

O… ¿una campaña de marketing disfrazada? 

El código QR sugiere que podría tratarse de una acción promocional encubierta. La marca mencionada, Razeco, no es ampliamente conocida, lo que abre la posibilidad de que se trate de una estrategia de guerrilla marketing: crear curiosidad, provocar reacciones, hacer que los transeúntes compartan la imagen (como estoy haciendo yo ahora). En ese caso, bravo. Funciona. 

Entre ironía y ternura  

Lo fascinante es cómo algo tan banal como una rasuradora puede convertirse en un símbolo emocional. Todos tenemos un objeto que, por más simple que sea, nos acompaña día a día y se vuelve parte de nuestra rutina íntima. Y quizá eso es lo que este cartel nos recuerda, aunque sea con una sonrisa en los labios. 

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