Fuera de los pleitos políticos, la delincuencia, la corrupción, y sin querer hacer llamado a un sentimiento de nacionalismo, hay cosas que verdaderamente causan orgullo y emoción. Y no me puedo referir a otra cosa, sino a la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar, de la mano de su joven y talentoso director, Gustavo Dudamel.
Es mucho lo que hay que decir, pero mejor es que por sentidos propios puedan ver este espectáculo, que levanta de su asiento hasta al público más reservado.
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Jesús A. Famiglietti.
jesusfamiglietti@gmail.com
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