21 may 2007

UNA GROTESCA RETROSPECTIVA

Soy un fanático de la computación. Eso lo sabe todo el que me conoce. Mis amigos se aburrían con mis fantásticas historias acerca de la forma en que vieron luz los primeros sistemas operativos, o de mis aventuras con un modem de 9600 Bps; en fin, siempre terminaba la conversación solo, o en el mejor de los casos, convirtiéndola en un monólogo.

Pero aquí estoy, he aprendido a no dormir a mis interlocutores con historias que no divierten (al menos eso creo) y a contenerme, sobre todo a eso. Sin embargo, hoy en día, muchos años después de superado ese capítulo, hay muchas personas que se me acercan para preguntarme cosas que jamás pensé que les importarían. La única conclusión lógica que he obtenido de esto, es ni más ni menos, que la tecnología los alcanzó: Hay personas que se ven obligadas a aprender.
En fin, en las últimas 3 décadas de avances, hemos visto cambios increíbles, inventos soñados, máquinas impensadas que nos han cambiado la vida, para bien o para mal, pero cambio al fin. Eso si, aclaro que la TV ya era a color cuando yo la aprendí a usar. Esta generación, a la que pertenecemos muchos, aprendió rápidamente el uso del Teléfono Móvil (detesto el término celular) y de los Computadores Personales. Pero hay una generación que viene después, para la que estos inventos siempre han estado allí. Siempre recuerdo una ocasión, en la que fui orador en un seminario de informática y mi tema era Windows Chicago (nombre código de la versión Beta de Windows 95), para prepararme, lo instalé en mi recordado 80386 con 4 MB de memoria. Mi hermanita de solo 4 años, que había manejado un poquito de Windows 3.1, jamás lo había visto: Ella se sentó frente a la máquina, abrió programas, investigó lo que había entre las aplicaciones y cerró las ventanas usando la X de la esquina superior derecha, sin que nadie, jamás, le haya dicho para que servía. ¿Era Windows 95 un programa instintivo? Ya lo creo; pero no le den todo el crédito a la empresa de Redmond. Ella se crió rodeada de tecnología, para ella todas esas herramientas eran parte de su vida. Estoy seguro de que mi queridísimo abuelo no habría podido hacer lo mismo.
Hoy en día, tenemos Computadores con procesadores de 4 núcleos (es decir, 4 procesadores en 1) de más de 3000 MHz de velocidad C/U, cuando el primer computador personal que se comercializó a gran escala tenía 4.7 MHz; también existen consolas de juegos con gráficos alucinantes cuando todo comenzó con cuadros toscos y sonidos tan básicos como las alarmas de los vehículos. Viendo todo esto, yo me pregunto si la gente se divierte más con un casco de realidad virtual o con juegos tan básicos como Combat en un Atari 2600 (échenle un vistazo a esto: http://www.speccy.org/sromero/atari/atari2600_Combat.php). Me queda la duda, de verdad. Hoy en día el sonido de la música es de una fidelidad perfecta, pero el contenido de la música es degradante, en el mejor de los casos. Los Teléfonos móviles nos ayudan a estar comunicados a cada instante y en cada lugar, pero los niveles de stress han subido hasta el Everest y los patronos controlan hasta el caminar de sus subordinados.

Po
r supuesto, no quiero decir con esto que todo sea malo; mi punto es, que la tecnología no necesariamente es buena; todo depende del buen uso y de la imaginación. Yo tengo abundantes juegos de DOS de los llamados “Abandonware”, que no son otra cosa que buenas ideas basadas en viejas plataformas, donde muchos pasamos incontables horas de hazañas (si se quiere llamar así), ganando carreras, matando bichos, marcando goles… Muchos de estos pequeños programas, de tecnología agotada y descontinuada, son mejores que los actuales que tienen un gran esplendor en su imagen; otros son simples copias del pasado basados en las técnicas actuales. Mi punto es, que él progreso no nos lleva necesariamente hacia adelante, y mucho menos, la tecnología es sinónimo de comodidad y/o calidad. Otro ejemplo claro es Internet: Yo la considero poco menos que una bendición, y aun así se ha convertido en un antro donde los virus corren libres, así como la pornografía y todas las ideas torcidas de la mente humana. Pero no solo eso, también coexiste información sana, entretenida, necesaria, económica, rápida y de ahora en adelante, indispensable. Si, también quien les escribe se presenta aquí.
Les confieso que me encantan los dibujos animados por computadora de Pixar, y que admiro enormemente a Steve Jobs. Han logrado con el uso de su tecnología, crear personajes que ahora viven; quizá solo en nuestras mentes, pero lo hacen con tanta fuerza, que olvidamos por momento que no son reales. Eso es lo que se logra con una buena idea y el perfecto uso de las herramientas disponibles. Como contraparte y para cerrar, les cuento que me quedo con las primeras versiones de La Guerra de las Galaxias… Todas me gustan, si, pero es el perfecto ejemplo de cómo se puede hacer más, teniendo menos.

Jesús A. Famiglietti
jesusfamiglietti@gmail.com

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