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Antes de dedicarse a salvar vidas en el Mediterráneo estudió conservación medioambiental y se embarcó en un rompehielos en el Ártico. El cambio de actividad lo explicó ella misma a un diario italiano: «Mi vida ha sido fácil, he podido frecuentar tres universidades, me gradué con 23 años. Soy blanca, alemana, nacida en un país rico y con el pasaporte correcto. Cuando me di cuenta, sentí la obligación moral de ayudar a quien no tenía las mismas oportunidades que yo».
Se convirtió en una persona muy conocida en junio de 2019 cuando el barco Sea Watch que ella capitaneaba rescató a unos 50 emigrantes que iban a la deriva en alta mar frente a las costas de Libia e intentó llevarlos a un puerto seguro en Italia.
El gobierno italiano, con el ministro del Interior Matteo Salvini al frente, le denegaron el acceso, pero después de dos semanas de espera Rackete decidió atracar sin permiso en la isla de Lampedusa en la madrugada del 29 de junio. Fue detenida inmediatamente por las autoridades italianas acusada de los delitos de resistencia y violencia contra un buque de guerra —durante la maniobra de atraque chocó contra una patrullera de la Guardia de Finanza que intentó frenarla—, que pueden conllevar penas de entre tres y diez años de prisión. Rackete antes de atracar sin permiso ya estaba siendo investigada por la fiscalía de la ciudad de Agrigento (Sicilia) por presuntamente favorecer la inmigración ilegal y también por haber entrado en aguas territoriales italianas sin el permiso del Estado. Las autoridades italianas se llevaron a los 40 migrantes que seguían a bordo –después de que algunos de ellos fueran ya evacuados por razones médicas– en furgones para ser distribuidos por cinco países europeos que estaban dispuestos a acogerlos.
Luego la Capitana Rackete fue liberada por la jueza de Agrigento Alessandra Vella con el argumento que salvar vidas no es un delito, si no más bien un deber.
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